viernes, octubre 24, 2008

Alejandro y Diógenes


En su época, Alejandro Magno era el hombre más poderoso de la tie­rra. Sin embargo, no era una persona feliz y no gozaba de paz inte­rior. ¿Cómo era posible que nunca experimentase la serenidad? Era en cierto modo un hombre muy atormentado que ponía toda su ener­gía en seguir conquistando el planeta. Pero un día oyó hablar de un sabio, una especie de ermitaño, que vivía en un tonel y que, a pesar de no disponer de nada material, era un individuo llamativamente se­reno e imperturbable. Alejandro decidió ir a verle. El sabio no era otro que Diógenes. Prepotente, Alejandro se dirigió a él diciéndole:

-Amigo, soy el hombre más poderoso de la tierra. Dime, ¿qué puedo hacer por ti?

Diógenes repuso:

-De momento, apártate hacia un lado, porque me estás tapan­do la luz del sol.

Alejandro le dijo:

-Tienes fama de ser un hombre que goza de una gran paz inte­rior, aunque, por lo que sé, sólo dispones de ese tonel.

-Y de mí mismo -aseveró el ermitaño-. ¿Y en qué puedo yo ayudarte a ti?

-Soy el hombre más poderoso de la tierra -dijo Alejandro-, pero no tengo paz interior. Tú has ganado celebridad por tu con­tagiosa quietud. ¿Puedes decirme cómo conseguida?

El ermitaño respondió:

-El hombre más poderoso de la tierra es el que se conquista a sí mismo. Quédate un tiempo conmigo, te enseñaré a meditar y te mostraré el camino hacia la paz interior.

-Ahora no puedo permanecer contigo, porque debo seguir con­quistando tierras lejanas. Pero te prometo que después de con­quistar la India, volveré a tu lado y seguiré tus instrucciones para hallar el sosiego total.

Alejandro emprendió la campaña de la India. A su modo, era un buscador, porque en este país tuvo como maestro al yogui Jaina Kalana. Pero unas fiebres se apoderaron de él y le robaron la vida, sin haber hallado la paz interior.

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jueves, octubre 16, 2008

Para SER



Recibirás un Cuerpo
Puede gustarte o no, pero será tuyo durante todo el tiempo que estés aquí.

Aprenderás Lecciones
Estás inscrito en una escuela informal a tiempo completo llamada vida. En esa escuela cada día tendrás más oportunidades de aprender clases. Es posible que las lecciones te gusten o que te parezcan irrelevantes y tontas.

No Hay Errores, Sólo Lecciones
El crecimiento es un proceso de prueba y error: es una experimentació n. Los experimentos fallidos forman parte del proceso en igual medida que el experimento que funciona bien.

Una Lección se Repite Hasta aprenderla
Una lección se presenta de varias maneras hasta que la aprendas. Una vez que la hayas aprendido, puedes pasar a la siguiente.

Las Lecciones no Tienen fin
No hay nada en la vida que no contenga sus lecciones, Si estás vivo, siempre tendrás algo para aprender.

"Allí" no es Mejor que "Aquí"
Cuando tu "allí" se convierte en un "aquí", simplemente tendrás otro "allí" que de nuevo parecerá mejor.

Los Otros no son más que tus espejos
No puedes amar u odiar algo en otra persona a menos que refleje algo que amas u odias en ti mismo.

Lo que haces de tu vida depende de ti
Tienes todas las herramientas y los recursos que necesitas. Lo que hagas con ellos depende de ti. La decisión es tuya.

Tus respuestas están dentro de ti
Las respuestas a las interrogantes de la Vida están en tu interior. Todo lo que debes hacer es mirar, escuchar y confiar.

Olvidarás todo esto
Mas siempre que quieras, podrás recordarlo.

Gracias Alicia

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martes, octubre 14, 2008

Cambiar la educación para cambiar el mundo

"Hoy instruye, pero no da una formación integral", dice el psiquiatra chileno Claudio Naranjo

Para Claudio Naranjo, psiquiatra chileno especializado en antropología, la educación -al menos como se la imparte en Occidente-, es sencillamente un fraude.

Este médico de 74 años radicado en Berkeley (California) , que acaba de publicar el libro Cambiar la educación para cambiar el mundo , dijo a su paso por la Argentina que el sistema educativo es esclavo de los intereses del mercado transnacional; que las escuelas son máquinas de exprimir niños; que lo que hacen es transmitir conocimientos de manera robotizada para pasar exámenes; que las universidades son un ticket para conseguir un buen empleo, y que los maestros están deprimidos y llenos de enfermedades psicosomáticas. Así de duro y de tajante.

"Los jóvenes sienten las instituciones educativas como irrelevantes para sus vidas", agregó el especialista chileno, formado en psicología de los valores en Harvard y en California, y creador del programa SAT, que define como "escuela del amor, del encuentro con uno mismo y el cultivo de la espiritualidad" .

En diálogo con LA NACION, Naranjo -pianista singular y fanático de Piazzolla- comentó que, desde hace una década, está abocado a trabajar con los docentes para que tomen conciencia de que necesitan una transformació n para poder cambiar el sistema. "Si logramos transformar al maestro, mejorará naturalmente la educación", comentó.



-¿Cuál es hoy la falla más importante en el sistema educativo?

-La educación hoy es un fraude. Instruye pero no educa. No contribuye al desarrollo integral de la persona, se ocupa de cultivar la mente del niño, pero no presta atención a sus deseos y emociones. No estamos educando para la felicidad, entendida como camino para el servicio y la vida. No se busca que los chicos sean seres autónomos, conectados con sus deseos y su individualidad. La educación se ha deshumanizado; está automatizada, globalizada, y se encuentra a merced de los intereses del mercado transnacional, de una fuerza invisible y poderosa que controla el dinero.


-¿Qué tipo de transformación necesitan los educadores?

-Los formadores precisan aprender lo que las universidades no le ofrecen: emprender un camino hondo de autoconocimiento, de sanación para convertirse en personas plenas, ancladas en su esencia; individuos con vínculos sanos. Creo haber desarrollado un método para lograrlo que hace hincapié en la meditación, el desarrollo de la atención, la quietud de la mente como vías de introspección. Mi teoría es que, si un maestro quiere enseñar a su alumno a ser libre, pacífico u honrado, él debe primero trabajar sobre sí mismo para alcanzar estas virtudes y luego transmitirlas.


-En su libro, usted propone que la educación asuma su potencial salvífico. ¿En qué sentido puede salvarnos?

-La educación debería colaborar en desarrollar seres humanos completos, integrales y puede ser salvífica si tiene en cuenta los tres niveles de evolución de nuestro cerebro: el instintivo, el afectivo y el racional. Hoy predomina el último por el paradigma racional de nuestra cultura; buscamos con soberbia el saber. Las escuelas descuidan los aspectos instintivos relacionados con el deseo y la afectividad.


-¿Los colegios y las universidades deben dejar de transmitir conocimientos, habilidades y competencias para formar futuros profesionales?

-No. Por supuesto: deben transmitir conocimientos y estimular el desarrollo de habilidades, pero sin descuidar la individualidad de cada alumno, sus aptitudes y deseos. Hay que educar para ser, fomentar en los chicos un camino de encuentro con su esencia. Si vivimos desconectados de nosotros mismos, siempre buscaremos llenar un vacío interior en el exterior. Ningún bien material (auto, departamento, viaje); ningún cargo o empleo, por más prestigioso y remunerado que sea, puede llenar ese vacío. Mi propuesta es ayudar al maestro y al chico a encontrarse consigo mismo, incluso animarse a sentir el vacío que todos tenemos dentro, y emprender luego un camino de búsqueda e integración. Una persona anclada en sí misma, auténtica y madura encontrará en la sociedad un buen lugar para desarrollarse profesionalmente y, lo más importante: vivirá contenta.

Fuente: Diario LA NACIÓN

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viernes, octubre 10, 2008

'Amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?'

'Hijo espiritual' de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller explora a su vez la cuestión del amor que el padre del pensamiento psicoanalítico contemporáneo evocaba en 1973, en uno de sus más famosos seminarios 'Aún' en El Seminario, vol XX (Seuil, 'Essais', 1999). Es igualmente el fundador de la Escuela de la Causa Freudiana. Ultima obra aparecida Le secret des dieux (Navarin editores, 2005).




Psychologies Magazine, octobre 2008, n° 278

Entrevista a Jacques-Alain Miller. Psicoanalista

Por Hanna Waar


'Amamos a la persona que protege, o una imagen narcisista de uno mismo'.

El amor se dirige a aquel que, pensamos, conoce nuestra verdad y nos ayuda a encontrarla soportable, explica Jacques-Alain Miller. Mirada de un psicoanalista sobre esta cuestión fundamental.

* * *

Psicologías: ¿El psicoanálisis enseña algo sobre el amor?

Jacques-Alain Miller: Mucho, pues es una experiencia cuyo resorte es el amor. Se trata de ese amor automático, y a menudo inconsciente, que el analizante dirige al analista, y que se llama la transferencia. Es un amor artificial, pero de la misma estofa que el amor verdadero. Saca a la luz su mecánica: el amor se dirige a aquel que usted piensa que conoce vuestra verdad verdadera. Pero el amor permite imaginar que esta verdad será amable, agradable, mientras que de hecho es muy difícil de soportar.


P.: ¿Entonces, qué es verdaderamente amar?

J-A Miller: Amar verdaderamente a alguien es creer que amándolo, se accederá a una verdad sobre sí mismo. Amamos a aquel o a aquella que esconde la respuesta, o una respuesta a nuestra pregunta: '¿Quién soy yo?'


P.: ¿Por qué algunos saben amar y otros no?


J-A Miller: Algunos saben provocar el amor en el otro, los serial lovers, si puedo decirlo, hombres y mujeres. Saben qué botones apretar para hacerse amar. Pero ellos no aman necesariamente, juegan más bien al gato y al ratón con sus presas. Para amar, hay que confesar su falta, y reconocer que se necesita al otro, que le falta. Aquellos que creen estar completos solos, o quieren estarlo, no saben amar. Y a veces, lo constatan dolorosamente. Manipulan, tiran de los hilos, pero no conocen del amor ni el riesgo ni las delicias.


P.: 'Estar completo solo': solo un hombre puede creer eso…


J-A Miller: ¡Bien dicho! Amar, decía Lacan es dar lo que no se tiene. Lo que quiere decir: amar, es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro. No es dar lo que se posee, bienes, regalos, es dar algo que no se posee, que va más allá de sí mismo. Para eso, hay que asumir su falta, su 'castración', como decía Freud. Y esto, es esencialmente femenino. Solo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza. Por eso el amor es siempre un poco cómico en un hombre. Pero si se deja intimidar por el ridículo, es que en realidad, no está muy seguro de su virilidad.


P.: ¿Sería más difícil amar para los hombres?

J-A Miller: ¡Oh sí! Incluso un hombre enamorado tiene retornos de orgullo, lo asalta la agresividad contra el objeto de su amor, porque este amor lo pone en una posición de incompletad, de dependencia. Por ello puede desear a mujeres que no ama, para reencontrar la posición viril que él pone en suspenso cuando ama. Freud llama a este principio la 'degradación de la vida amorosa' en el hombre: la escisión del amor y del deseo.


P.: ¿Y en las mujeres?

J-A Miller: Es menos habitual. En el caso más frecuente, hay desdoblamiento del partenaire masculino. De un lado, está el amante que las hace gozar y que desean, pero está también el hombre del amor, que está feminizado profundamente castrado. Solo que no es la anatomía la que comanda: hay mujeres que adoptan una posición masculina, incluso las hay cada vez más. Un hombre para el amor, en la casa, y hombres para el goce, que se encuentran en Internet, en la calle, o en el tren…


P.: ¿Por qué cada vez más?

J-A Miller: Los estereotipos socioculturales de la feminidad y de la virilidad están en plena mutación. Los hombres son invitados a alojar sus emociones, a amar, a feminizarse; las mujeres conocen por el contrario un cierto 'empuje al hombre': en nombre de la igualdad jurídica, se ven conducidas a repetir 'yo también'. Al mismo tiempo, los homosexuales reivindican los derechos y los símbolos de los héteros, como el matrimonio y la filiación. De allí que hay una gran inestabilidad de los roles, una fluidez generalizada del teatro del amor, que contrasta con la fijeza de antaño. El amor se vuelve 'líquido' constata el sociólogo Zygmunt Bauman(1). Cada uno es conducido a inventar su propio 'estilo de vida', y a asumir su modo de gozar y de amar. Los escenarios tradicionales caen en lento desuso. La presión social para adecuarse a ello no ha desaparecido, pero es baja.


P.: 'El amor siempre es recíproco', decía Lacan. ¿Aún es verdadero en el contexto actual? ¿Qué significa eso?


J-A Miller: Se repite esta frase sin comprenderla, o se la comprende de través. No quiere decir que basta con amar a alguien para que él lo ame. Eso sería absurdo. Quiere decir: 'Si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que hay en ti algo que hace que te ame. Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver. Mi amor por ti no es solo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas.' Esto no asegura en absoluto que al amor de uno responderá el amor del otro: cuando eso se produce siempre es del orden del milagro, no se puede calcular por anticipado.


P.: No se encuentra a su cada uno o cada una por azar. ¿Por qué él? ¿Por qué ella?

J-A Miller: Existe lo que Freud llama Liebsbedingung, la condición de amor, la causa del deseo. Es un rasgo particular – o un conjunto de rasgos- que tiene en cada uno una función determinante en la elección amorosa. Esto escapa totalmente a las neurociencias, porque es propio de cada uno, tiene que ver con la historia singular e íntima. Rasgos a veces ínfimos están en juego. Freud, por ejemplo, había señalado como causa del deseo en uno de sus pacientes ¡un brillo de luz en la nariz de una mujer!


P.: Nos es difícil creer en un amor fundado sobre esas naderías.

J-A Miller: La realidad del inconciente supera a la ficción. Usted no tiene idea de todo lo que se funda, en la vida humana, y especialmente en el amor, en bagatelas, cabezas de alfiler, 'divinos detalles'. Es verdad que es sobretodo en el macho que encontramos tales causas del deseo, que son como fetiches cuya presencia es indispensable para desencadenar el proceso amoroso. Particularidades nimias, que recuerdan al padre, la madre, el hermano, la hermana, tal personaje de la infancia, juegan también su papel en la elección amorosa de las mujeres. Pero la forma femenina del amor es más erotómana que fetichista: quieren ser amadas, y el interés, el amor que se les manifiesta, o que suponen en el otro, es a menudo una condición sine qua non para desencadenar su amor, o al menos su consentimiento. El fenómeno está en la base de la conquista masculina.


P.: ¿Usted no le adjudica ningún papel a los fantasmas?

J-A Miller: En las mujeres, sean conscientes o inconscientes, son determinantes para la posición de goce más que para la elección amorosa. Y es a la inversa para los hombres. Por ejemplo, ocurre que una mujer no pueda obtener el goce – digamos el orgasmo – sino a condición de imaginarse a sí misma durante el acto, siendo golpeada, violada, o siendo otra mujer, o incluso estando en otra parte, ausente.


P.: ¿Y el fantasma masculino?

J-A Miller: Está muy en evidencia en el enamoramiento. El ejemplo clásico, comentado por Lacan, está en la novela de Goethe (2), la súbita pasión del joven Werther por Charlotte, en el momento en que la ve por primera vez, alimentando a un grupo de niños que la rodea. Aquí es la cualidad maternal de la mujer lo que desencadena el amor. Otro ejemplo, tomado de mi práctica, es este: un jefe en la cincuentena recibe candidatas en un puesto de secretaria; una joven mujer de 20 años se presenta; le desencadena inmediatamente su fuego. Se pregunta lo que le pasó, entra en análisis. Allí descubre el desencadenante: encontró en ella rasgos que le evocaban lo que él mismo era a los 20 años, cuando se presentó a su primera solicitud de trabajo, de algún modo se enamoró de sí mismo.


P.: ¡Se tiene la impresión de que somos marionetas!

J-A Miller: No, entre tal hombre y tal mujer, nada está escrito por anticipado, no hay brújula, no hay relación preestablecida. Su encuentro no está programado como el del espermatozoide y el del óvulo; nada que ver tampoco con los genes. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un mundo de discurso, es eso lo que es determinante. Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos. Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo 'múltiple' está en camino de destronar el 'uno'. El modelo ideal de 'gran amor para toda la vida' cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos.


P.: ¿Y el amor en su duración?, ¿en la eternidad?


J-A Miller: Balzac decía: 'Toda pasión que no se crea eterna es repugnante'.(3) ¿Pero el vínculo puede mantenerse toda la vida en el registro de la pasión? Cuanto más un hombre se consagra a una sola mujer, más ella tiende a tomar para él una significación maternal: tanto más sublime e intocable cuanto más amada. Son los homosexuales casados lo que desarrollan mejor este culto de la mujer: Aragon canta su amor por Elsa: cuando muere, ¡buen día a los muchachos! Y cuando una mujer se apega a un solo hombre, lo castra. Por lo tanto, el camino es estrecho. El mejor destino del amor conyugal es la amistad, decía en esencia Aristóteles.


P.: El problema, es que los hombres dicen no comprender lo que quieren las mujeres, y las mujeres, lo que los hombres esperan de ellas…

J-A Miller: Sí. Lo que es una objeción a la solución aristotélica, es que el diálogo de un sexo con el otro es imposible, suspiraba Lacan. Los enamorados están de hecho condenados a aprender indefinidamente la lengua del otro, a tientas, buscando las claves, siempre revocables. El amor, es un laberinto de malentendidos cuya salida no existe.

Entrevista realizada por HW

1) Zigmunt Bauman, El amor líquido, de la fragilidad de los lazos entre los hombres

2) Los sufrimientos del joven Werther de Goethe

3) Honorato de Balzac en La Comedia humana, vol VI 'Estudios de las costumbres: escenas de la vida parisina'

Traducción: Silvia Baudini

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lunes, octubre 06, 2008

Cuando ver ES creer



Los expertos encuentran que la pérdida del control lleva a la gente a pedir orden, respuestas

Una nueva investigación publicada en la revista Science explica por qué los individuos tratan de encontrar e imponer orden sobre un mundo indisciplinado a través de supersticiones, rituales y explicaciones de conspiración, vinculando una pérdida de control a las percepciones individuales. La investigación descubre que la búsqueda de una estructura o comprensión conduce a la gente a engañarse, a ver y creer en conexiones que simplemente no existen.

La investigación fue realizada por Adam Galinsky, profesor de ética y decisión en dirección, con grado Morris y Alice Kaplan, en la facultad Kellogg en la Northwestern University, Evanston, Illinois, en colaboración con la autora principal Jennifer Whitson, profesora adjunta en la facultad de negocios McCombs en la University of Texas, Austin.

A través de una serie de seis experimentos, los investigadores mostraron que los individuos que carecían de control eran más propensos a ver imágenes que no existían, percibir conspiraciones, y desarrollar supersticiones.

"Cuanto menos control tenga la gente sobre su vida es más probable que intente recuperarlo a través de la gimnasia mental", dijo Galinsky. "La sensación de control es tan importante para la gente que su ausencia es intrínsecamente amenazante. Mientras que algunas percepciones erróneas pueden ser malas o llevar al individuo por mal camino, son sumamente comunes y posiblemente satisfacen una necesidad psicológica profunda y perdurable".

La necesidad de control

De acuerdo con Whitson, esa necesidad psicológica es de control, y la capacidad de minimizar la incertidumbre y predecir cursos de acción beneficiosos. En situaciones donde se tiene poco control, los investigadores propusieron que un individuo podía creer que mecanismos misteriosos e invisibles estaban trabajando en secreto. Para probar su teoría, los investigadores crearon cierta cantidad de situaciones caracterizadas por la falta de control, y luego midieron si la gente veía una variedad de patrones ilusorios.

Por ejemplo, en un experimento se pidió a los individuos que miraran imágenes "nevadas". La mitad de las imágenes eran patrones granulados con puntos aleatorios, mientras que la otra mirad también contenía imágenes como una silla, un bote, o el planeta Saturno, que eran débilmente visibles contra el fondo granulado. Mientras toda la gente identificó correctamente el 95% de las imágenes escondidas, el grupo de personas que había sentido que su control se había deteriorado en una parte previa del experimento también "vieron" imágenes en el 43% de las fotografías que sólo eran un conjunto de puntos aleatorios.


"La gente ve patrones falsos en datos de toda clase, imaginan tendencias en los mercados de valores, ven caras en la estática, y detectan conspiraciones entre conocidos. Esto sugiere que la ausencia de control conduce a una necesidad visceral de orden -incluso un orden imaginario", dijo Whitson.

Explicando supersticiones

Para comprender mejor las supersticiones, Whitson y Galinsky pidieron a un grupo de individuos que escribiera sobre situaciones que habían experimentado. La mitad de ellos recordó situaciones en las que tenían control, mientras que la otra mitad detalló instancias de parálisis por una pérdida de control, como accidentes de automóvil causados por otros, o la enfermedad de amigos o familia. Continuando con el ejercicio, todos los participantes leyeron cuentos donde los resultados importantes, como una idea aprobada en una reunión de negocios, eran precedidos de conductas inconexas, como saltar sobre un pie tres veces antes de entrar en una reunión. Los participantes que inicialmente habían escrito sobre una situación donde no tenían control, expresaron mayor fe en una conexión supersticiosa con el resultado de la historia, y se sentían más temerosos sobre qué ocurriría si la conducta supersticiosa no fuera repetida apropiadamente en el futuro.




Mientras que saltar sobre un pie o usar medias de la suerte son peculiares y generalmente inofensivas, los participantes en el experimento cuya sensación de control había disminuido eran más propensos a percibir más conspiraciones siniestras ocultas debajo de la superficie de situaciones inocuas. Por ejemplo, cuando leían acerca de un empleado que fue saltado en un ascenso, los participantes con menos poder tendían a creer que una conversación privada entre los compañeros de trabajo y el jefe era la culpable.

Restablecer una sensación de control

Para evaluar si los individuos con el poder disminuido pueden restablecer el control y realinear sus percepciones, los investigadores les pidieron a los participantes que evaluaran cuánto creían en ciertos valores (como la belleza estética o que valoraran la teoría científica y la investigación). Pidieron entonces a los participantes que escribieran sobre situaciones donde estaban indefensos o carecían de control. Para restablecer la sensación de control, se pidió después a algunos participantes que dieran más detalles sobre los valores que habían evaluado como importantes. Como comparación, se pidió a otros participantes que dieran más detalles sobre el valor que tenían en menor estima.

Los resultados fueron claros: los participantes que no tenían la oportunidad de recuperar la sensación de control eran más propensos a percibir imágenes visuales que no existían y percibir conspiraciones en situaciones inocentes, mientras que los participantes que recuperaron su sensación de control al concentrarse en importantes valores personales no eran diferentes a la gente que nunca perdió su sensación de autocontrol en primer lugar.

"Es excitante; al restablecer la sensación de control, la gente normalizó sus percepciones y conductas", dijo Galinsky.

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