miércoles, septiembre 10, 2008

¿Por qué los católicos van menos a misa?


El dato surgió de un reciente estudio del Conicet, el mismo que revela una reducción en el número de creyentes que profesan esa religión. Dos teólogos aportan claves diversas para interpretar el fenómeno.

Camilo José Alves (Télam)

El hecho de que más del noventa por ciento de los argentinos crea en Dios pero la cantidad de católicos sea cada vez menor y sólo la quinta parte de ellos concurra regularmente a misa, genera preocupación en la estructura institucional de la Iglesia católica.

Es que a pesar de que algunos voceros de la Iglesia aluden a estudios que la señalan como la expresión más confiable para la sociedad y que el problema de la pérdida de la fe es una cuestión global, en la Argentina sufre, además, un notorio descenso en la vocación sacerdotal.

Un estudio realizado recientemente por investigadores de cuatro universidades nacionales y del Conicet -el primero hecho a gran escala- y divulgado por la Secretaría de Culto de la Nación, revela que el número de católicos en la Argentina descendió del 90% al 76,5% de la población, y sólo el 23% de ellos va a misa.

Casi simultáneamente, a fines de agosto último, la iglesia de Buenos Aires abrió las puertas de su seminario metropolitano, en Villa Devoto, preocupada por la disminución de la vocación sacerdotal.

Las estadísticas marcan una sensible disminución vocacional y muestran que desde 2005 hubo una marcada tendencia de descenso en los ingresos al seminario de Buenos Aires: en 2000 entraron 21 jóvenes y este año sólo lo hicieron siete. El seminario cuenta con 74 jóvenes que se forman para ser sacerdotes, una cifra muy distante de los 222 que tenía en 1985.

La consecuencia más notoria de ello es la falta de sacerdotes para la atención de un creciente número de parroquias, como puede advertirse en el conurbano bonaerense y otros puntos del país.

Dos teólogos argentinos, el padre Pablo Malía y el filósofo Rubén Dri, se refirieron en diálogo con Télam al fenómeno desde dos ópticas muy diferentes.


Delivery y pérdida del monopolio

Malía, profesor de Teología de la Universidad Católica Argentina y responsable de Piedad Popular de la arquidiócesis de Buenos Aires, admitió que los resultados que arroja el estudio realizado por el Conicet preocupan a la Iglesia.

"Creo que hay una falta de credibilidad en las instituciones, aún así la más creíble es la Iglesia católica, que tiene un alto grado de aceptación", dijo.

Luego admitió que "institucionalmente se propone mejorar esos índices porque considera ese grado de credibilidad muy bajo". Sin embargo, defendió la acción pastoral de la Iglesia y señaló como parte de los factores que llevan a algunos feligreses a no concurrir habitualmente a los templos la existencia de algunas "notas de la cultura contemporánea que invitan al aislamiento: el autoservicio, el delivery. En esto cae también lo religioso".

Al referirse a los cuestionamientos sobre la pérdida de algunos de los roles que acompañaron su acción pastoral, Malía indicó que la Iglesia "no perdió su rol solidario, sino que dejó de monopolizarlo".

El sacerdote definió la solidaridad como un valor humano "previo a cualquier opción religiosa", y recordó que "antes la única ayuda a la gente era Cáritas, ahora se diversificó, se ha sensibilizado la conciencia social y aparecen instituciones solidarias no religiosas, es algo bueno como sociedad".

En cuanto a la vocación sacerdotal, recordó que "es un misterio que no se puede abarcar desde lo sociológico", y estimó que "cuantos menos personas comprendan lo que Dios tiene para decirles a través de la Iglesia, menos querrán servir a Jesús en ella".

El religioso estimó que la manera de revertir esta situación pasa fundamentalmente por entender que "se trata de un encuentro de dos partes que tienen que acercarse". Explicó que "la parte de la libertad humana que elegirá la fe católica como propia con sus obligaciones y deberes, no lo podemos manejar", pero "como el Evangelio es una propuesta de amor de Dios al hombre, tenemos que imitar a Dios".


Falta de respuesta

En cambio, el teólogo, filósofo y docente de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Rubén Dri, explica el hecho de que la gente crea en Dios pero no vaya a la Iglesia, en su convencimiento de que la Iglesia no responde lo que quieren los fieles.

Dri propone distinguir entre lo que es la religión, como componente esencial del comportamiento humano, y lo que son las instituciones religiosas que "tratan de responder a esta necesidad al mismo tiempo que construyen poder".

El filósofo indicó que las instituciones eclesiásticas entran en crisis cuando no responden a las necesidades religiosas de los fieles, porque entonces éstos buscan caminos alternativos.

El teólogo considera que la Iglesia Católica difícilmente pueda atender las necesidades religiosas de sus fieles porque su conducción actual, encabezada por el Papa Benedicto XVI, "está en retroceso" y "no ha avanzado en responder a la manera como la gente necesita ser atendida hoy religiosamente".

Cree que por lo mismo la vocación sacerdotal cayó, y puntualiza que tiene que ver con el mismo fenómeno pues "el tipo de sacerdote que requiere la Iglesia actual no responde a las vocaciones sacerdotales genuinas, que realmente existen".

Dri considera que "se requiere un sacerdocio que no esté atado de esta manera al celibato y leyes rigurosas y seculares de la Iglesia, sino que responda realmente con flexibilidad y comprensión a los cambios que se producen en la sociedad".

"Es necesario un sacerdote que retome lo que se conoce con el nombre de "Proyecto profético" o "Movimiento profético" es decir, que estén comprometidos con los sectores populares", concluyó.

Compromiso

El retroceso eclesiástico, que se advierte también en la mayor parte de los países desarrollados y en otras naciones permeables a los cambios culturales, llevó al Papa Benedicto XVI a priorizar el tema desde el comienzo de su pontificado en 2005. En 2006, el Pontífice advirtió sobre la pérdida de la fe de las sociedades modernas, y formuló un fervoroso llamado a las familias a recuperar la tradición de ir a misa y a poner a Dios en el centro de sus vidas. En esa línea, la Iglesia considera que no se trata de la deserción de fieles de las filas católicas, sino de la falta de compromiso con los valores cristianos por parte de algunos sectores de las nuevas generaciones.

Fuente: El Litoral

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