domingo, abril 13, 2008

Entevista a Willigis Jäger, teólogo, beneditctino y maestro zen

¿A qué monasterio benedictino pertenece usted?


-Vivo fuera del monasterio porque estoy exclaustrado. Benedicto XVI, cuando aún no era Papa, sino en su anterior puesto en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo el nombre de Ratzinger, me prohibió hablar en público.

-¿Por qué?

-Pensó que yo ya no interpretaba correctamente el catolicismo.

-¿Se defendió usted?

-Le escribí una carta diciéndole que no iba a hacerle caso por motivo de conciencia y por motivos pastorales.

-¿Por qué un benedictino acude a la espiritualidad oriental?

-En la Iglesia católica no se enseñó la oración contemplativa y aún hoy día sigue habiendo dificultades con esa enseñanza.

-¿Conoció al jesuita Anthony de Mello, también amonestado por la Santa Sede?

-Parecido problema al mío.

-Le acusaron de panteísta.

-A mí me acusan de monista, pero lo que yo enseño no tiene nada que ver con ello.

-¿Es compatible la espiritualidad oriental con el credo católico?

-Existe una espiritualidad transconfesional y a ésa me dedico. Pero eso no significa que yo tenga que dejar la confesión católica.

-El teólogo Rahner decía que el siglo XXI, o es místico, o no será nada.

-Yo también creo eso, porque, o bien hacemos experiencias en el espacio transpersonal, o no vamos a poder sobrevivir como especie humana.

-¿Qué significa experiencia transpersonal?

-Nuestra personalidad es un logro de la evolución, pero al mismo tiempo significa una limitación. Nuestra conciencia tiene que ampliarse. Nos hemos desarrollado desde una conciencia prehomínida y de allí evolucionamos hacia una conciencia mágica, luego mítica, luego mental racional, pero no podemos quedarnos ahí.

-¿Qué es ese ahí?

-Provenimos de un paraíso en el que alguna vez nos sentimos en una unidad simbiótica con la naturaleza, y lo que llamamos pecado original no es otra cosa que el haber desarrollado la conciencia individual fuera de esa simbiosis. Pero, apenas salimos de ella y pudimos decir tú y yo, empezó a matar Caín a Abel. Desde entonces nuestra especie no ha hecho otra cosa que matarse mutuamente y eso se ha agravado muchísimo. Hemos llegado a un punto donde no sabemos cómo va a seguir esto. En el siglo pasado se mataron mutuamente cien millones de personas y ninguna moral surtió efecto.

-¿Por qué?

-Esas frases de «debes hacer», o «tienes que», no han hecho adelantar a nuestra especie humana para nada. Los grandes profesores y sacerdotes del mundo fueron un fracaso en este sentido. No estoy en contra de los profesores o de los sacerdotes, pero sus enseñanzas no han ayudado a los hombres.

-¿Alternativas?

-Tenemos en nuestro interior posibilidades para comprender la realidad de un modo que no puede abordarse con la razón. Nuestra conciencia personal supone un gran logro de la evolución, pero al mismo tiempo supone una limitación. Caer en la cuenta de esa limitación es esencial para nuestra especie.

-¿Cuál es esa limitación?

-Creemos que la conciencia del «yo» supone la única posibilidad de comprender. Pero eso es igual de tonto que cuando creíamos en el pasado que la Tierra era el centro del universo. Con esa concepción nos hemos orientado hacia un gran egocentrismo, que es la fuente de todos los males que conocemos en el mundo. El egocentrismo nos ha llevado al borde de la desaparición.

-¿Cómo superarlo?

-Para salir de esa limitación hay que entrar en el nivel de la unidad. Entonces vemos que somos uno con todo y que sólo existe uno. Una red de pescador consiste en muchas mallas y una malla sola no tiene sentido. Cada uno tiene sentido en la totalidad.

-Pero algunas religiones ya predican el amor al prójimo.
-Las religiones predican el amor y dicen «debes amar a tu prójimo igual que a ti mismo», pero no nos han ayudado las religiones para dar ni un paso hacia adelante. Decimos «mi religión», «mi confesión», …egoísmo, …y los que no estaban de acuerdo fueron quemados. Eso sigue igual en el presente: sunnitas y chiitas, judíos y musulmanes, fundamentalistas en la Iglesia católica. Todos dicen «yo, yo, yo…». Todos los problemas del mundo resultan de ese egocentrismo.

-¿Nada han contribuido las religiones?


-Sólo cambiaremos si entramos en un nivel nuevo de conciencia, en el espacio transpersonal. Superar las limitaciones del yo es algo que la mística de Oriente y de Occidente siempre han sabido hacer, pero se puede hacer en las religiones y también fuera de las religiones. La mayoría de las personas buscan fuera de sus religiones.

-Las religiones también han evolucionado.

-Las reformas en las religiones han sido como cambiar los muebles de un mismo piso. Lo hemos hecho muchas veces y no ha servido de nada. Lo que tenemos que hacer es subir un piso más arriba en la experiencia de lo religioso.

-¿Qué hay en ese piso?


-Un nuevo nivel de la conciencia. Se trata de ser más plenamente humano. Hay que preguntarse qué sentido tienen esos pocos decenios de mi vida en un universo de miles de millones de años. Ese sentido es que debo ser plenamente ser humano, y ahora lo voy a decir en la manera cristiana: Dios quiere ser persona en mí, tal como soy en este momento, con esta figura que tengo. Es el único motivo por el que existimos. Por eso bailo esa danza de la vida, pero no soy yo el que está bailando, sino que estoy bailado. Dios se baila a sí mismo en mí. El maestro Eckhart dice que Dios se saborea a sí mismo en las cosas. Ése es el motivo de mi existencia.

-¿Y lo transpersonal?


-Yo tengo una importancia sin igual. Por eso dice Eckhart que si no estuviera yo, Dios no sería. Por eso tengo un significado único con mi vida, con esos pocos decenios en medio del universo. Mi ser verdadero no es la conciencia del yo, sino algo que no nace y no muere. Lo que soy en lo más intimo es algo que seguirá cuando mi cuerpo físico haya muerto. Y no soy el único que está bailando, sino que bailan conmigo muchas personas, que tienen la misma importancia que yo. Cuando experimento esto, mis actuaciones serán diferentes.

-¿Cómo se hace uno místico?

-La mística es una forma de oración, un camino de oración. Existen diferentes formas de oración y la mística es uno de esos caminos. Y muchos cristianos llegan a una frontera con su oración verbal dirigida hacia un Dios personal y entonces entran en una nueva forma de oración, y esa oración es una nueva experiencia de lo que llamamos Dios.

-Esa oración, ¿es la contemplación?

-Eso es lo que la tradición llama oración contemplativa, y lo conocemos de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, de Francisco de Osuna… Hay un camino donde se enseña esa religión mística. Todas las religiones conocen dos formas de oración, una esotérica y otra exotérica. Las religiones, como el budismo, cristianismo, judaísmo, hinduismo e islamismo, tiene sus sagradas escrituras, sus dogmas, ritos, liturgias y esa forma de religiosidad se reza de forma exotérica. «Exoteros», en griego, quiere decir «desde fuera», y el rezo verbal o meditar sobre un texto serían la oración exotérica. En esa forma lo que hago es activar mis potencias psíquicas, como intuiciones, pensamiento…

-¿Y la oración esotérica?

-Todas las religiones también tienen una forma esotérica de oración. El budismo ha desarrollado las formas del zen y del Vipassana; el hinduismo ha desarrollado las diferentes formas del yoga; en el islamismo conocemos el sufismo, y en el cristianismo tenemos la mística, que también es la contemplación. «Esoteros» significa «desde dentro» y en la forma de oración esotérica hago lo contrario: voy sosegando toda actividad mental, intento sosegar las potencias psíquicas, como memoria, voluntad y entendimiento, para que pueda irrumpir lo que está detrás de ello.

-¿Por qué se perdió en el catolicismo la contemplación?

-La Iglesia católica dice que esa forma de oración contemplativa es una oración privada y no le gusta. Quiere que todos tengan la misma práctica que la Iglesia ha fijado. Todas la religiones teístas, como el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo, tienen problemas con lo que es la mística.

-¿Miedo a que la persona entre en contacto directo con Dios?


-La institución de la Iglesia teme perder el control.

Fuente Mirror

Fuente: CETR. Centro de Estudio de las Tradiciones Religiosas


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sábado, abril 12, 2008

Matar al Amor


Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el Odio (rey de los malos sentimientos, de los defectos y de las malas virtudes) convocó a una reunión urgente con todos ellos. Enseguida, todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esa reunión con curiosidad por saber cuál era el propósito.

Cuando estuvieron todos reunidos, el Odio habló y dijo:

- “...Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien'.

Los asistentes no se extrañaron mucho pues quien hablaba era el Odio y él siempre quiere matar a alguien. Sin embargo todos se preguntaban entre sí, quién sería tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos.

-'Quiero que maten al Amor', dijo. Muchos sonrieron malévolamente pues más de uno le tenía ganas. El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo:

-“...Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará'.

Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Carácter quedaron todos decepcionados:

-“...Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante”.

Fue entonces cuando se ofreció la Ambición, que haciendo alarde de su poder dijo:

-“...En vista de que El Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará”

Y empezó la Ambición, el ataque hacia su víctima, quien efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo. Furioso el Odio por el fracaso de la Ambición, , envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar al amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas.

Pero el Amor , confundido, lloró y pensó que no quería morir. Con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció. Año tras año, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros. Envío a la Frialdad, al Egoísmo, a la Lujuria, la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que siempre fracasaron porque cuando el Amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba.

El Odio, convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demás:

-“...Nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos”.

De pronto, de un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido. Vestía de negro y llevaba un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver. Su aspecto era fúnebre como el de la muerte: 'Yo mataré el Amor ', dijo con seguridad.

Todos se preguntaron quién era ese que pretendía hacer lo que ninguno había podido. El Odio dijo: - 'Ve y hazlo'. Tan sólo había pasado algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles después de mucho esperar que por fin EL AMOR HABIA MUERTO.

Todos estaban felices pero sorprendidos. Entonces, el sentimiento del sombrero negro habló:

-“...Ahí les entrego al Amor totalmente muerto y destrozado”, y sin decir más se marchó.

-“Espera” dijo el Odio, “en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir...¿Quién eres?”. El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo: SOY LA RUTINA.

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martes, abril 08, 2008

Las relaciones como espejos

Para poder experimentar más plenamente nuestras relaciones, necesitamos verlas como herramientas de transformación personal.

Nuestras relaciones pueden ser poderosos espejos, que nos relevan hacia dónde necesitamos ir con nuestro proceso interno de crecimiento. Cuando descubramos esto, podremos ver aspectos de nosotros mismos que de otra forma tendrí¬amos dificultad en aprender.

Todas y cada una de las relaciones en nuestra vida -con nuestros amigos, colegas, vecinos, hijos y otros familiares, así¬ como con nuestra pareja- pueden ser un reflejo de nuestro interior. Incluso un encuentro con un extraño puede ser una importante experiencia de aprendizaje. Cuando aprendemos a utilizar estos reflejos, nuestras relaciones se convierten en uno de los principales medios para incrementar nuestra conciencia y crecer interiormente.

La principal relación que sostenemos es con n
osotros mismos. Cada uno de nosotros está involucrado en desarrollar todos los aspectos de su persona y relacionarlos unos con otros para volverse un Ser completo. Nuestras relaciones con otras personas continuamente reflejan dónde nos encontramos en ese proceso. Esto explicarí¬a -en gran parte- por qué hay quienes buscan durante gran parte de su vida el “compañero ideal”, pero nunca lo encuentran. Entran y salen de relaciones amorosas continuamente. Esto muy probablemente refleje su propia ambivalencia interna acerca de comprometerse con otra persona.

Es muy difícil mirar dentro nuestro y detectar qué sucede, particularmente ver aquello de lo que no somos conscientes. Por eso es importante m
irar nuestras relaciones como espejos de nuestros procesos internos. Utilizadas de esta forma, las relaciones se convierten en una de las principales fuentes de sanación, aprendizaje y cambio en nuestras vidas.

Para entender cómo funciona esto, necesitamos recordar que cada uno de nosotros, a través de nuestra conciencia individual, crea y da forma a la realidad externa. Esto es así¬ en nuestras relaciones como en cualquier otro aspecto de nuestra vida.

Atraemos y somos atraí¬dos hacia personas que reflejan algún aspecto de nuestro interior. Generalmente, encontramos más fácil llevarnos bien con personas que reflejan aspectos de nosotros con los que nos sentimos cómodos y aceptamos. Si somos personas físicamente activas que amamos los deportes, nos sentiremos cómod
os con alguien similarmente atlético. Por otro lado, quizás disfrutemos una amistad con alguien más intelectual porque nos ejercita la mente y nos estimula de otras formas. Nuestro amigo refleja nuestro lado intelectual y nosotros reflejamos su lado físico. Ambos nos sentimos cómodos con los reflejos que recibimos, por lo que llevamos una relación armoniosa.

Las personas que nos hacen sentir incómodos, que nos alteran, con quienes tenemos una relación conflictiva, reflejan aspectos nuestros que recha
zamos, el “lado oscuro” de nuestra personalidad. Si somos personas amables y prudentes, que nos gusta hablar suavemente, quizás nos irrite alguien que habla fuerte y parece presionar a los demás. Si somos directos y extrovertidos, quizás nos incomoden los tímidos. En ambos casos, estamos reflejando las energías reprimidas de cada uno. La persona tí¬mida está siendo colocada ante su lado asertivo, y a la persona agresiva se le está mostrando su “yo” reflexivo no desarrollado.

A menudo nos sentimos atraí¬dos hacia personas que han desarrollado cualidades opuestas a aquellas con las que nos identificamos. En
estas relaciones, buscamos inconscientemente completarnos, y nos dirigimos hacia quienes expresan energí¬as que tenemos enterradas o reprimidas en nuestra personalidad. En cierto nivel, reconocemos que estas personas pueden ayudarnos a equilibrarnos, o completarnos.

Los individuos que expresan aspectos opuestos a los nuestros, pueden ser poderosos maestros si les permitimos. Pero primero debemos reconocer que ellos expresan lo que necesitamos desarrollar en nosotros. Al comienzo de una relación, a menudo sentimos que el otro nos aporta exactamente lo que necesitamos. De hecho, su diferencia es lo que nos atrae. Sin embargo, si no reconocemos que esa persona nos ofrece un reflejo de lo que necesitamos desarrollar en nosotros, las diferencias pueden convertirse en motivo de conflicto. Después de un tiempo, podemos llegar a resentirlas e intentar cambiar a la persona
para que se parezca más a nosotros.

Desde luego, es importante en cualquier relación aprender formas constructivas de comunicar honestamente nuestras necesidades, preferencias, lo que nos gusta y lo que no. Sin embargo, además de dejar saber a la otra persona cómo nos sentimos y cómo quisiéramos que sea la relación, debemos recordarnos que incorporamos esa persona a nuestra vida para que nos enseñe y nos inspire a desarrollar nuevos aspectos. Nuestro desafío es permanecer abiertos a descubrir áreas de nosotros que los demás reflejan, y aprender a integrar esas dimensiones en nuestra vida.



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lunes, abril 07, 2008

LA EQUINÁCEA Antibiótico vegetal


Es una de las hierbas más populares de la medicina natural. Su uso más frecuente está relacionado con las infecciones respiratorias. La ciencia aún no se pone de acuerdo sobre sus beneficios.

Por: Mariana Nisebe.
De la Redacción de Clarín.com

La Echinacea o Equinácea es una de las hierbas más populares en el campo de la medicina natural. En Estados Unidos, por ejemplo, se cree que la venta de productos que surgen de esta planta representa aproximadamente el 10% del mercado de suplementos dietéticos. La llaman antibiótico vegetal, aunque el término está mal empleado, ya que no mata directamente las bacterias como un antibiótico clásico. Su actividad se explicaría, según varias investigaciones, por una estimulación del sistema inmunitario. También están sus detractores que cuestionan, entre otros puntos, la metodología utilizada en los estudios que destacan sus beneficios y sugieren ampliarlos.

Se trata de una especie perenne, originaria del este de Norteamérica, cuyos tallos huecos pueden alcanzar hasta un metro de altura. Sus hojas son alargadas y estrechas. Sus flores son cónicas, vistosas y de color púrpura. Las raíces y la hierba (las partes que sobresalen de la tierra) se utilizaron para tratar una variedad de infecciones y demás afecciones. Las primeras referencias (ver recuadro) en torno a esta planta son bastante recientes: hacia fines del 1.700 se descubrió que era usada por los indios nativos de América del Norte, quienes, en vista de sus propiedades curativas, la consideraban sagrada. Sus usos más frecuentes estaban relacionados con los problemas dentarios, la gripe y los resfríos, la tos, los problemas de garganta y como antiséptico de heridas infectadas. Además de ser el único "remedio" utilizado contra las mordeduras de serpiente e insectos venenosos.

Las tres variantes más comunes y utilizadas en fitoterapia son la Equinácea Angustifolia, la Pallida y la Purpúrea -se cree que esta última es la más efectiva-. Las partes que se usan en los preparados incluyen la raíz, sumidades floridas (los extremos de los tallos que contienen hojas) y las hojas recolectadas en otoño en el momento de la floración y después de producidas las semillas. A veces se emplea también la planta entera. Actualmente, hay disponibles centenares de productos que contienen Equinácea. Existen cápsulas con polvo de la planta, raíces disecadas para hacer infusiones y también tintura (preparación a base de alcohol). Algunas personas toman el jugo de plantas frescas.

La ciencia duda: ¿beneficiosa o no?
Quienes propician su uso destacan la capacidad de reforzar todo el sistema inmunológico y generar mayor resistencia frente a diferentes agentes externos como virus, bacterias y sustancias tóxicas. También mencionan su a cción antiséptica y antiinflamatoria ya que aumentaría la resistencia a la piel contra el ataque de bacterias, virus y hongos gracias a la inhibición de una enzima llamada hialuronidasa. La acción antiinflamatoria de la Equinácea data de 1950, cuando se obtuvieron buenos resultados en la cura de pacientes afectados de artritis crónica. O tra cualidad curativa de la planta sería su acción cicatrizante al favorecer la proliferación de fibroblastos (células de la piel que contribuyen a su rápida cicatrización) y antitumoral.

La mejor evidencia científica sobre esta planta es su capacidad de ayudar en la recuperación de los resfríos y catarros más rápidamente, además de prevenirlos. Sin embargo, los resultados son contradictorios: en 2005, un estudio publicado en The New England Journal of Medicine no demostró ningún beneficio clínico. No obstante, un meta-análisis realizado en 2006 para evaluar la eficacia de la Equinácea encontró que la probabilidad de contraer un resfrío fue 55% mayor con un placebo que con la Equinácea (con base en tres ensayos clínicos). En 2007, otro meta-análisis que se publicó en "The Lancet Infectious Deseases" concluyó que la Equinácea podría reducir en un 58% el índice de probabilidades de sufrir un resfrío común y su duración, en 1.4 días.

Por otro lado existe dudosa evidencia científica de los efectos de la Equinácea en cualquier tipo de cáncer, lo mismo que para la estimulación del sistema inmune (incluyendo pacientes que están recibiendo quimioterapia para el cáncer). Respecto a sus propiedades antiinflamatorias, en 1978 ( Wacker & Hilbig) se realizó un estudio clínico con 4.500 pacientes donde se destacaron sus beneficios frente a distintos problemas de la piel como la psoriasis.

Es evidente que aún se necesitan más investigaciones para poder obtener una conclusión definitiva sobre el uso de esta planta como tratamiento para el resfrío, además de determinar los efectos secundarios que podría ocasionar. Por el momento, se sabe es perjudicial en embarazadas y en la etapa de lactancia. También se ha reportado una carencia de beneficios para niños de entre 2 y 11 años, y está muy cuestionado su utilización en personas HIV positivas.


Un poco de historia

ORIGEN. Es una especie perenne, originaria del este de Norteamérica, cuyos tallos huecos pueden alcanzar hasta un metro de altura. Sus hojas son alargadas y estrechas, sus flores son cónicas, vistosas y de color púrpura. Las raíces y la hierba se han utilizado tradicionalmente para tratar una variedad afecciones. (Foto: Nutrisa.com.mx)

PARA TODOS LOS GUSTOS. Hay disponibles centenares de productos que contienen Equinácea: cápsulas con polvo de la planta, raíces disecadas para hacer infusiones y también tintura (preparación a base de alcohol). Algunas personas toman el jugo de plantas frescas. (Foto: Optimah.com)

A comienzos del siglo XX la tintura de Equinácea era uno de los productos más vendidos en América. Hacia 1930 comenzó su cultivo y su utilización con más fuerza, sobre todo en Alemania, donde se realizaron importantes estudios sobre su valor terapéutico. Con la aparición en el mercado del primer antibiótico (1943), el entusiasmo por la Equinácea decayó notablemente. Recién en 1970 volvió a ocupar un lugar importante gracias al interés de las personas de buscar una solución terapéutica de origen "natural". Actualmente, las preparaciones con esta planta son populares en Europa y los Estados Unidos

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