viernes, agosto 03, 2007

Intereses



Cuando eramos pequeñas, a mis hermanas y a mi nos gustaba ir de compras a la tienda con Mamá. Mientras ella se formaba para pagar, nos montábamos en el caballo mecánico de color marrón, frente al mostrador. Como no podíamos darnos el lujo de gastar una moneda para hacerlo funcionar, nos contentábamos con montar el caballo una vez por semana e imaginar que cabalgábamos.

Pero un día sucedió algo extraño: el siempre inmóvil corcel se puso en acción.

Un hombre nos sonreía. Parecía granjero; era delgado y llevaba un sombrero vaquero de paja. Sin duda, en su vida había tenido menos tiempo para la frivolidad que nosotras.

Un galope en caballo mecánico no dura mucho; lo sabíamos, y por eso lo gozábamos al máximo. Después de tantos años, he tratado de vivir siguiendo el ejemplo de discreción de aquel hombre que echó la moneda.

Muchas veces he deseado tener la oportunidad de hacer saber a ese hombre lo mucho que significo aquel singular acto de bondad; pero me imagino que, probablemente, ya haya ido por su recompensa desde hace mucho. Espero que su premio sea grande; su moneda, desde entonces, ha ganado intereses.


Extraído de Reader´s Digest Selecciones
Febrero 1991

No hay comentarios.: