Peleo, fue herido, cayó preso. Ya lo habían dejado bastante muerto en las cámaras de tortura, cuando un tribunal militar lo condenó a morir del todo.
Supo que estaba solo. Lo que quedaba de él había sido olvidado por sus compañeros. Dejado de todos, esperaba que la muerte concluyera su trabajo. En la soledad del calabozo, hablaba con la pared.
Pero antes que la muerte llego el fin de la guerra; y fue liberado. Y en las calles de la ciudad de San Salvador, siguio conversando con las paredes, y le pegaba puñetazos y cabezazos porque no le contestaban.
Norma, que años atras habia sido su amiga, fue a visitarlo. Lo desataron. Ella le dio una manzana. Sin decir palabra, él se quedo mirando la manzana entre sus manos, ese mundo rojo y luminoso, y al rato despedazó la manzana con los dientes y se levantó y repartió los trocitos cama por cama, entre todos los demás.
- Luis esta loco, pero sigue siendo Luis.
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