lunes, septiembre 10, 2007

Cayo el telón

Lo declamó a voces
sin escatimar palabras.
Se lo escribió mil veces,
en cada letra, asomaba el alma.
Por cada verbo, en cada signo;
amores suspiraba.


En los besos ofrecidos
y los que no aceptaba.
En los consuelos rogados
y las caricias esquivadas.
A todas horas,
cada minuto se lo gritaba.


Te quiero, te quiero...
Mas él no escuchaba,
sus oídos estaban sordos,
en la mente, la sordera instalada.
Te quiero, te quiero…
La mirada lo prometía,
la sonrisa lo atestiguaba.
Te quiero, te quiero,
por los poros la piel cantaba...


Ella despilfarrando ternuras,
él, la indiferencia como arma,
sin espacio en su aforo
para la pasión encarnada.
En la lengua los te quiero
de impotencia se desangran...


Al tercer acto llegó el desamor,
el fin, lo firmó la nada.
Cayó el telón,
el escenario se hizo escarcha.
Se apagaron las candilejas,
se plegaron las butacas,
el drama dejó de representarse
en los teatros y las plazas.


Otra obra sin actores;
otra leyenda olvidada.

Trini Reina

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