viernes, octubre 05, 2007

La piedra de hacer sopa


En un pequeño pueblo una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que llamaba a su puerta un extraño correctamente vestido que le pedía algo de comer.

- Lo siento -dijo ella-, pero ahora mismo no tengo nada en casa.

- No se preocupe -dijo amablemente el extraño-, tengo una piedra de sopa en mi cartera. Si usted me permitiera echarla en una olla de agua hirviendo, yo haría la sopa más exquisita del mundo.

Presa de la curiosidad, la mujer consiguió una olla y la puso al fuego. Luego les fue a contar el secreto a sus vecinas, que acudieron enseguida para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó:

- ¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas papas...

- Yo tengo unas papas en mi cocina -gritó una mujer.

Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de papas peladas que fueron derecho a la sopa. El extraño volvió a probar el brebaje.

- Excelente -dijo, y añadió pensativamente- : si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido más apetitoso.

Otra ama de casa salió a la disparada y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:

- ¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...

Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente la sopa y con tono autoritario, dijo:

- La sal.

- Aquí la tiene - le dijo la dueña de casa.

A continuación dio la orden: - Platos para todo el mundo.

La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas. Luego, se sentaron a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.

Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo...

Mensajes para el Camino...

Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.

(
Pearl S. Buck)

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