lunes, febrero 09, 2009

Por qué los padres deben vencer el temor a la inseguridad


Los chicos y la escuela de la calle. El pedagogo italiano Francesco Tonucci sostiene que el gran problema con los niños no es la falta de límites sino el exceso de control y vigilancia paterna. La necesidad de políticas públicas que favorezcan la autonomía infantil. Diversión segura. El experto dice que los chicos siempre van a elegir jugar con otros chicos antes que quedarse en la casa.

Francesco Tonucci nació en Fano, Italia, en 1941. Se diplomó como profesor en 1958 y, en 1963, se graduó en Pedagogía, en la Universidad Católica de Milan. A los 28 años recibió su primera distinción en ese campo y comenzó a satirizar la realidad de la escuela a través del seudónimo “Frato”. Como Frato dibuja unas preciosas historietas en las que el niño y la educación suelen ser los protagonistas.

“Estamos viviendo un conflicto entre los hijos y sus padres”, dice el pedagogo italiano Francesco Tonucci. El desborde generacional no es nuevo. Pero, a contramano de las voces que reclaman padres con mayor autoridad y que les impongan más límites a los tiranos de sus hijos, Tonucci propone chicos sueltos y padres que les permitan jugar sin tener el ojo encima de ellos. “Hay que dejar que los niños jueguen libremente”, reclama. Pero Tonucci no es sólo un académico que reflexiona sobre la infancia, un escritor que escribe –su libro más emblemático es Cuando los niños dicen ¡basta!–, un dibujante que ilustra –con el sinónimo de Frato– sino que es un motor de políticas públicas para desencadenar a los chicos de la idea de educarlos (casi) con correa.

“Los niños son desaparecidos de la calle. Ellos no quieren recibir tantos juguetes, sino salir de casa y jugar con amigos. Los adultos deberían dejar de pagar por su culpa y permitir a los niños jugar”, subraya Tonucci. El pedagogo viajó a la Argentina para anunciar que el proyecto “La ciudad de los niños”, que ya se realizó en Rosario y se va a extender a toda la provincia de Santa Fe. “El objetivo es generar cambios reales con la idea de que una ciudad adecuada a los niños es una ciudad mejor para todos”, explica.

–¿Cómo funcionan las ciudades de los niños?
Francesco Tonucci nació en Fano, Italia, en 1941. Se diplomó como profesor en 1958 y, en 1963, se graduó en Pedagogía, en la Universidad Católica de Milan. A los 28 años recibió su primera distinción en ese campo y comenzó a satirizar la realidad de la escuela a través del seudónimo “Frato”. Como Frato dibuja unas preciosas historietas en las que el niño y la educación suelen ser los protagonistas.
–Hay una participación concreta de los niños, no para ver cómo funciona el Concejo Deliberante, sino para que ellos propongan políticas públicas. Por ejemplo, un niño dijo en una reunión “los adultos nos ofrecen todos espacios iguales, con los mismos juguetes, y es como ver la misma película todos los días, sin sorpresas”. Esa frase contiene una idea muy profunda: los niños no deberían tener espacios para ellos sino usar todos los espacios. Otro chico dijo: “Hay que poner matorrales para que podemos besarnos a escondidas”. Los espacios de los niños tienen que permitir la intimidad del juego, que no significa hacer cosas raras, sino jugar a la mamá en un rincón, por ejemplo. Pero eso no se puede hacer en una plaza donde hay polvo y ruido y columpios y toboganes.

–Pero las plazas son los espacios urbanos asignados para la diversión infantil.

–Los niños contaron las características que tiene que tener una plaza para ser buena: 1) debe ser un espacio compartido, no exclusivamente infantil, 2) no hace falta que haya policías, 3) no deben tener padres, y 4) no deben ser demasiados seguros.

–La falta de seguridad y la ausencia de los padres van a contramano de los reclamos de mayor presencia adulta y más seguridad.

–Los adultos tienen como objetivo el control y la vigilancia. Y el juego necesita un componente de riesgo, aunque sea pequeño, que los adultos no pueden permitir. El cambio profundo es que mientras que, hace 30 años, los adultos no estaban y los niños se aprovechaban de esta ausencia para crecer, hoy los niños viven todo el tiempo frente a adultos que tienen como papel vigilar, enseñar o animar.

–En el imaginario se piensa que las madres actuales dejan demasiado solos a sus hijos.

–Es cierto que antes las mamás se quedaban en casa, pero los hijos no. ¿Quién podía tener un niño parado en casa por más de 15 minutos cuando no había televisión? Antes, quedarse en casa era un castigo.

–¿Cuál tendría que ser el rol de los padres?

–Un niño de Rosario dijo: “Los padres pueden ayudarnos, pero de lejos”. Estamos viviendo un conflicto entre los hijos y sus padres, porque los niños piden salir de su casa y jugar, y los padres vigilancia y lugares protegidos. La política, lamentablemente, se pone siempre del lado de los padres. Por eso, estamos pidiendo que los políticos acepten ponerse del lado de los niños favoreciendo su autonomía, por ejemplo, armando caminos para que puedan ir a la escuela solos. Si los niños van a la escuela sin adultos corren, juegan, hacen bromas, se divierten.

–¿Los chicos quieren salir o quedarse jugando en la compu y mirando televisión?

–Las investigaciones hechas en Europa y Estados Unidos demuestran que los niños piden, siempre, jugar con otros niños. La permanencia de los niños frente a la televisión es muy peligrosa, no por los contenidos –yo confío mucho en la capacidad crítica de los niños– sino por lo que la televisión impide. Los niños son perezosos y engordan y la obesidad infantil va a ser el gran problema de salud de los próximos años. La causa es la inmovilidad de los niños.

-En España piden más clases de educación física para frenar la obesidad infantil. ¿Está de acuerdo?

–No, los cursillos de gimnasia no son suficientes para adelgazar. Hay que dejar que los niños jueguen libremente. En el curso del fútbol los niños no se mueven como quieren, sino como les dice el entrenador. Los niños han desaparecido de la ciudad y tienen que recuperarla.


Fuente: Por Luciana Peker, para Diario Crítica Digital

(Crítica Digital.com.ar)

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