lunes, febrero 05, 2007

Puertas cerradas

Autor: desconocido
fuente: Mensajes para el camino



Una mañana, mientras la muchacha dormía, el enamorado forzó la puerta, entró a una pequeña habitación donde solamente había un libro, enseguida lo abrió y descubrió que su amada anotaba allí sus fantasías más diabólicas, sus impulsos más demenciales, sus tentaciones más impúdicas y sus cinismos inevitables... y se puso loco de indignación, corrió a despertar a la bella mujer y con el libro en la mano le reprochó cada página.

"Mal paso has dado, amor mío", dijo la joven. "Esa es la mujer que no soy" siguió diciendo, "esos eran hasta hoy mis caminos no elegidos... has de saber que yo soy el amor perfecto, es decir, que soy como tú me haces, y nacida en ti la duda, ya nunca me harás igual... por tu culpa empezaré a parecerme a la mujer de ese libro..."

El hombre trató de defenderse pero solo lograba emitir nuevos reproches, y ese día se separaron para siempre.

El hombre vivió hasta el fin de sus días sin decidirse entre el arrepentimiento o la ira, y ella se convirtió en la mujer de los deseos diabólicos y se enamoró de un hombre grosero y vulgar.

Es sabio el que abre las puertas que le están destinadas, pero más sabio es el que respeta las que no le son propias. Y creo que en la vida de todos nosotros es necesario que alguna puerta quede cerrada.

Lo que no tiene misterio alguno, lo que no tiene territorio alguno que sea sagrado ni que sea prohibido, termina por ser vulgar, y finalmente hay territorios que son sagrados justamente para que la persona delicada no pueda acceder a la vulgaridad de esos territorios.

Es necesario que todos nosotros cerremos, siquiera una parte de nuestras puertas, y que respetemos aquellas puertas que se nos cierran sabiamente a nosotros... Y más si lo que está en juego es el amor, porque el amor es mejor que la verdad, y es mejor que la justicia... y es mejor que la vida.

Este cuento es el que te quiero regalar en este día, dedicado a vos, y a todos aquellos que pudiendo abrir: no abren; a los que pudiendo sancionar: perdonan; a los que pudiendo reprochar: se callan; a los que estando libres de pecado: no tiran la primera piedra... Quizás a esa rara clase de soñadores dedico también este cuento.

Que esas puertas que queremos abrir para liberarnos, no sean finalmente la que se cierren sobre nosotros mismos.

Si tú quieres que otras personas sean felices, practica la compasión. Si tú quieres ser feliz, practica la compasión..(Dalai Lama)

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