jueves, junio 21, 2007

Describen función inmune vital de una clase de linfocitos

El estudio forma parte de la tesis postdoctoral de la Bqca. Eva Acosta, investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (FCQ/UNC). Su trabajo determinó que la subpoblación de linfocitos T tipo 17 son elementales en la defensa del organismo contra las infecciones de hongos.

La investigación postdoctoral que la Dra. Eva Acosta realizó en Suiza "revolucionó", en 2005, a la comunidad científica que trabaja en el área de inmunología humana: por primera vez, se identificaba y describía el funcionamiento de la subpoblación de linfocitos T tipo 17. Hasta ese momento, este grupo de células que forma parte del sistema inmune había sido descripto sólo en animales, y se los consideraba dañinos para el organismo humano, ya que únicamente se conocía su intervención en las enfermedades autoinmunes. El estudio, que fue publicado en la revista internacional especializada "Nature", determinó que esos linfocitos se diferencian de los demás por ciertos "marcadores" que tienen en su superficie y conforman el 5% de la sangre. Además, les asignó una función vital para la supervivencia de las personas. "Descubrimos que son esenciales para combatir infecciones con hongos, un gran paso adelante que confirmó la idea que circula en los ambientes de la inmunología de que todo lo que tenemos en el organismo es potencialmente beneficioso", señala Acosta.

A partir de estos hallazgos, la científica inició otro estudio paralelo en el que detalló los mecanismos que favorecen o bloquean la proliferación de este tipo de células. "Al poder identificarlas, pudimos rastrearlas en todo el cuerpo, verificar qué circunstancias las incrementan o las disminuyen, y así manipular la respuesta inmune", indica.>

Función anti-infecciones

El trabajo de Acosta determinó que los linfocitos T tipo 17, además de intervenir en la aparición de las patologías en las que el sistema inmune ataca los órganos, tenían un papel positivo frente a las infecciones, especialmente las producidas por el principal hongo que afecta al organismo, denominado Cándida. "Normalmente, la Cándida forma parte de la flora del humano, está en la piel, en los intestinos, y es necesaria para mantener la salud mientras el aparato inmunológico pueda tenerla bajo control. El estrés o la inmunosupresión -característica de los pacientes con VIH- produce el crecimiento desmedido de ese hongo y puede provocar la enfermedad denominada `Candidiasis sistémica', que es una amenaza para la vida", apunta la investigadora sobre la importancia del descubrimiento. Esto implica que, cuando el organismo está sano, esas células no son dañinas sino efectivas para protegerlo de las infecciones. Este avance fue confirmado a través de experimentos realizados con ratas y humanos. "En los modelos con ratones verificamos que, si no existían esas células, sufrían infecciones masivas y morían", destaca. Los próximos estudios deberán determinar si cumplen algún papel en la protección contra otras enfermedades. Según Acosta, los últimos experimentos en animales demostraron que podrían intervenir favorablemente contra las infecciones bacterianas, tales como las septicemias.

Respuesta inmune

La identificación de estas células permitió, además, determinar los factores que estimulan o bloquean su crecimiento. "Las manipulaciones in vitro demostraron que la citoquina (proteínas esenciales para la comunicación intercelular) que producen determinadas células de la sangre es responsable del desarrollo de los linfocitos. Los compuestos químicos que usamos para estimular la producción de esa sustancia se utilizan normalmente en las vacunas animales", explica. La descripción de los mecanismos que generan o inhiben el desarrollo de este linfocito es la base de futuras terapias para contrarrestar las enfermedades por hongos. En ese sentido, Acosta precisa que una de las formas de aplicación será la vacunación celular, que consiste en extraer sangre del paciente, activar las células en el cultivo in vitro y volvérselas a inyectar. "Este descubrimiento abrió un nuevo panorama en inmunología. Es un campo que tiene sólo dos años de desarrollo y todos los trabajos de investigación actuales tienen en cuenta estas células para determinar su influencia en los procesos que estudian, por lo que, en los próximos cinco años, puede haber interesantes novedades al respecto", concluye.

Próximos pasos

La científica Eva Acosta, egresada de la FCQ/UNC, llevó a cabo su trabajo posdoctoral en un laboratorio de Suiza, donde permanecerá hasta fin de año para investigar un modelo de enfermedad autoinmune: la soriasis. En 2008 espera volver a la Argentina para analizar este tema en las infecciones con Trypanosoma cruzi, responsable de la enfermedad de Chagas, en el laboratorio de esa unidad académica de la UNC. "Durante el doctorado que realicé acá, habíamos trabajado con Chagas en animales. Mi idea es poder implementar ahora lo que aprendí sobre aplicación en humanos", comenta. Para llevar adelante su estudio en el país, el Servicio Nacional de Chagas le proveerá pacientes infectados. "Creo que puedo hacer un buen aporte al desarrollo de la investigación en el laboratorio de Ciencias Químicas a través de mis conocimientos sobre la intervención en personas, ya que generalmente trabajan con ratones, modelo útil y necesario, pero muchas veces insuficiente", reconoce.

Enfermedades autoinmunes

Las causas de las enfermedades que aparecen cuando el sistema inmune ataca al propio organismo no están definidas claramente, aunque se estima que intervienen factores genéticos, ambientales y alimenticios. "El balance del aparato inmunológico es muy fino porque todo el tiempo tiene que reconocer potenciales daños y atacarlos. Pero, a la vez, detectar las proteínas propias del cuerpo y no agredirlas", señala. Entre las enfermedades más comunes de este tipo se cuentan las artritis, la esclerosis múltiple y algunos tipos de diabetes.

Fuente: "Hoy, la Universidad" (UNC). Seleccionó y adaptó: Lic. Enrique A. Rabe (ACS/Conicet Santa Fe).

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