miércoles, agosto 15, 2007

El cumpleaños

Cara de hormiga sonriente, ancas de rana, patas de pollo: Sally cumplía su primer año de vida en el mundo.


El acontecimiento fue celebrado en grande. La madre, Beatriz Monegal, tendió en el piso un enorme mantel de flores bordadas, de origen inconfesable, y encendió la velita en el mástil de la torta que había comprado, a pagar nunca, en El Emporio de los Sandwiches.

En un santiamén desapareció la torta y se desató el bailongo, mientras la homenajeada dormía profundamente, envuelta en ropa limpia y almidonada, dentro de una canasta de verdulería.

A las tres menos cuarto de la madrugada, cuando ya no quedaba ni una gota de vino en las damajuanas, Beatriz tomó sus últimas fotografías, apagó la radio, echó a la gente y recogió de apuro todas sus pertenencias.

A las tres en punto, sonó la sirena policial. Beatriz había invadido aquella casona hacía un par de meses, junto a sus muchos hijos y a su más reciente amor, que era fornido y bueno para abrir casas a patadas. Cuando entraron los policías, con orden de desalojo, ya Beatriz había iniciado su nueva peregrinación.

Ella iba por el medio de la calle, tirando de las varas de un carro lleno de niños y de trapos, seguida por su hombre y sus hijos mayores. Iba en busca de otra casa para invadir, y su risa rompía el silencio de la noche de Montevideo.


"Bocas del Tiempo"

Eduardo Galeano

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