sábado, agosto 04, 2007

A las puertas de la Gloria

Un hombre llega a la puerta que conduce a la Gloria e implora del que la guarda que lo deje pasar. El portero le dice que por el momento no puede admitirlo. Aunque la puerta que lleva a la Gloria permanece abierta, el hombre decide que mejor debe esperar hasta obtener el permiso para entrar.

En consecuencia, toma asiento y espera ahí durante días y años.
Repetidamente pregunta si ya lo dejaran pasar, pero siempre le responden que todavía no puede hacerlo.

A lo largo de todos estos años, el hombre estudia al portero casi sin interrupción y aprende a conocer todo sobre él, incluso las pulgas de su cuello de piel. Finalmente esta viejo y próximo a la muerte. Y, entonces, por vez primera pregunta:


- ¿Como es que en todos estos largos años nadie mas que yo ha venido a pedir que lo dejen entrar?


A lo que el portero contesta: - Nadie sino Usted pudo ganar esta puerta, dado que a Usted estaba destinada. Ahora voy a cerrarla.-


El anciano esta demasiado viejo para comprender, aunque tal vez tampoco hubiera comprendido de haber sido mas joven.


Los burócratas tienen aquí la ultima palabra; a la negativa de ellos, él no podía pasar. Pero si hubiera tenido algo mas que esta pasiva y expectante esperanza, él habría entrado y su valor para hacer caso omiso de los burócratas habría constituido el acto liberador que lo habría conducido al reluciente palacio.


Muchos individuos son como el anciano. Conciben esperanzas, pero no les es dado actuar de acuerdo con el impulso de su corazón y mientras los burócratas no les permiten el paso, ellos esperan y esperan.


Extraído de "La Revolución de la Esperanza"
Erich From

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