Durante una cena en el monasterio de Sceta, el padre de mayor edad se levantó para servir agua a los otros. Fue de mesa en mesa con mucho esfuerzo, pero ninguno de los padres aceptó.
"Somos indignos del servicio de este santo", pensaban.
Cuando el anciano llegó a la mesa del abate Juan Pequeño, este pidió que le llenase su copa hasta el borde. Los otros monjes le miraron horrorizados. Al final de la cena, cercaron a Juan Pequeño:
- ¿Cómo pudo juzgarse digno de aceptar aquella agua? No percibió el sacrificio que él estaba haciendo para servirlo?
- ¿Cómo puedo impedir que el bien se manifieste? Ustedes que se creen santos, no tuvieron la humildad para recibir y el pobre hombre no tuvo la alegría de quien da.
(Paulo Coelho, 'Guerrero de la Luz Online N° 152')
Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande.(Rabindranath Tagore)
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